Alejandro, un verdadero emperador
Se aventuró en una guerra contra el gran Imperio Persa, que hostigó a Grecia por largos siglos, donde finalmente se liberaron las ciudades griegas de Asia Menor, para luego conquistar Egipto (satrapía persa), Persia y parte de la antigua India, con la intención de conquistar el mundo conocido. Desde pequeño, Alejandro fue educado para ser rey y líder. Sus cualidades comenzaron a destacar durante una sesión de mercado en la corte. Un comerciante intenta vender al padre de Alejandro, El rey Filipo II de Macedonia, un caballo frisón con gran temperamento que Filipo denominó como indomable y rechazó su compra; instante en el cual Alejandro reta a su padre asegurando que él será capaz de domarlo. Es el momento en que Alejandro y Bucéfalo, su caballo y compañero de batallas, se conocen y afianzan una excelente relación. Alejandro crece y tras el asesinato de su padre, abandona Grecia para completar el sueño de su padre, conquistar Persia, que era el implacable enemigo de los macedonios. Una vez que Alejandro Magno conquista la capital persa, Babilonia, embarca a todo su ejército y seguidores en una larga travesía hacia el este, a la conquista de todo el mundo conocido. Si bien tuvo una relación amor odio con su madre, la reina Olimpia, después de su marcha, nunca más la volvió a ver.